miércoles, 31 de enero de 2024

 

EL FIRMAMENTO APRISTA

Por: Ida Marquina de Quinteros (*)

El APRA nació bajo la luz de un Sol, astro luminoso y centro de nuestro sistema planetario, así irrumpió en el firmamento un hombre preclaro que se adelantó a su tiempo y vislumbró un futuro distinto para el Perú: Víctor Raúl Haya De la Torre, creador de una Doctrina Social, admirado por unos, envidiado por otros, perseguido, calumniado, etc. pero nadie dudará que con su aparición cambió nuestra historia y estremeció sus cimientos y que los ideales de Justicia Social y de Pan con Libertad fueron lema y bandera de un pueblo desposeído en busca de su identidad.

Muchos jóvenes iluminados abrazaron la noble causa, los escogidos ofrendaron sus vidas, cómo no reconocer esa historia que nos entristece y a la vez nos enorgullece y hace que surjan en nosotros ideales revolucionarios, integracionistas e indoamericanos.

Así se fue configurando el firmamento aprista, donde no hay estrellas ausentes, las que están en otra dimensión brillan con una luz especial y los que militamos hombres y mujeres, somos estrellas que le damos vida a la gran obra, por tanto en esta constelación de la que formamos parte todos y cada uno ocupamos un lugar, así tenemos:

Estrellas Heroicas: Las que ofrendaron sus vidas por el APRA.

Estrellas Gigantes: Las que brillan marcando la diferencia, son especiales, admiradas y dejan huella.

Estrellas Brillantes: Las que aportan con su saber, tienen carisma y son respetadas.

Estrellas Leales: Siempre fieles, disciplinadas, constantes, son pecho, escudo y corazón.

Estrellas Sabias: Tienen más años, experiencia y aumentan el brillo donde pasan.

Estrellas Originales: Gustan de la novedad, son generosas, joviales y abiertas al cambio.

Pero lamentablemente también tenemos:

Estrellas Fugaces: Las que aparecen, generan expectativas, se envanecen con raudas victorias y ante el primer escollo se van.

Estrellas Prematuras: Piensan que ya “llegaron” pero les falta mayor preparación y experiencia al final se esfuman.

Estrellas Estrelladas: Los traidores que ya no tienen cabida.

Estrellas Opacas: Las que necesitan estar cerca de una brillante para hacerse notar.

Estrellas Enanas: Son de “baja altura”, mediocres, oportunistas, envidiosas, las egoístas que no dan oportunidades y cierran puertas a otras por temor a perder su ubicación.

Estrellas Escondidas: Las que no se muestran, les falta coraje para hacer sentir su voz.

Recomendaciones para ser estrellas con luz propia:

1). No pecar de soberbia, sólo hay un Sol en nuestro firmamento, recordemos lo que sucedió en el paraíso cuando Adán quiso ser como Dios… fue expulsado.

2). Hay cielo para todas las estrellas, unas brillan más que otras, pero ninguna es insustituible.

3). Aprendamos a admirar y seguir el ejemplo de las mejores, cuanto más brillo tengan, habrá más luminosidad en el firmamento.

Compañeros: San Agustín tiene un pensamiento muy interesante: “Conócete, acéptate y supérate” ahora que estamos en los tiempos de la estrella, aprendamos a identificarnos, la pregunta es ¿Con que estrella me identifico? … Hacemos votos para que se identifiquen con aquellas que le dan gloria y honor a nuestro gran Partido, las que forman parte de su estela luminosa, las que dejan huella, las de altura, las de valores y grandes ideales dignas del Sol que les dio vida y destino. …

 

(*). Comité P.A.P. – Miraflores.

viernes, 19 de enero de 2024

BICENTENARIO

 BICENTENARIO

Por: Antonio Zapata (*)

En el transcurso de los últimos meses, tanto Bolivia como Educador han celebrado sus respectivos centenarios de la independencia. Mientras que, en el caso peruano, estamos lejos de esa celebración, que recién habrá de realizarse en 2021, dentro de 12 largos años. ¿A que se debe esta distancia? En realidad, antes que un asunto factual se trata de costumbres frente a las fiestas patrias.

La mayor parte de los países de América Latina celebra el primer grito de independencia. Mientras que nosotros lo hacemos con la consumación final. Si así lo hicieran, Ecuador celebraría el triunfo de Bolívar en Pichincha, que recién fue en 1822 y Bolivia el derrumbe del último ejército realista, capitaneado por Olañeta, que ocurrió después de la batalla de Ayacucho, comenzando 1825.

Así, el momento elegido para las celebraciones no responde tanto a hechos de la independencia, sino a distintas costumbres frente al proceso de emancipación. En nuestro caso, podemos aprovechar el tiempo que tenemos delante para reflexionar sobre nuestra problemática nación, en vísperas de cumplir doscientos años de vida independiente.

Para comenzar, tenemos bicentenarios concretos que han de interesar al público. Por ejemplo, pronto son doscientos años de las Corte de Cádiz, donde la participación peruana fue tan destacada. Ello será el año 2012, cuando también será el bicentenario del levantamiento de Francisco de Zela en Tacna. A partir de entonces, tuvimos movimientos criollos partidarios de las juntas y la autonomía de los cabildos contra el poder del Virrey.

Ese movimiento tuvo su momento culminante en el levantamiento de los hermanos Angulo en Cusco el año 1814. La decisiva participación del cacique Pumacahua le añade dramatismo a esta rebelión, porque él había combatido por el Rey de España contra Túpac Amaru cuando joven, y murió viejo rebelde contra el monarca.

Como vemos, hay mucha historia por conmemorar y tiempo para llegar a conclusiones. Si nos quedamos dormidos no lograremos nada. Para aprovechar el tiempo que el país tiene por delante debemos ser activos en esta materia. Los historiadores son una comunidad que puede realizar esfuerzos sostenidos durante un período prolongado. Nos apasiona manejar el tiempo y podemos cronometrar nuestros relojes de investigación para apuntar al bicentenario.

El verdadero tema es el país, la república y sus dramas. En ocasión del centenario se elaboraron muchos estudios y algunas mentes brillantes, como Jorge Basadre, acuñaron expresiones famosas que marcaron la interpretación sobre nuestro pasado. Entre otras, “la promesa de la vida peruana”, que ubica en el futuro una esperanza de realización, ya que se reconoce una realidad conflictiva y compleja.

El movimiento del bicentenario peruano debe iniciarse en los predios de la historia, pero está destinado a extenderse a todas las disciplinas. En efecto, sólo si se piensa al país desde distintos ángulos puede arribarse a una síntesis fértil y capaz de inspirar una transformación.

La meta real es el cambio. Hoy casi todos los peruanos tenemos la convicción de que el país funciona de manera muy imperfecta, que todo se podría hacer mejor y que somos una nación difícil. Esa constatación supera el inconformismo existente cien años atrás. Hemos retrocedido en autoestima y eso que no hemos perdido una nueva guerra con Chile.

Por ello, la reflexión sobre el bicentenario adquiere sentido si se busca la clave del país. Una llave que se nos ha extraviado y que conduce al progreso nacional y la armonía social.

Fuente: La República (16-09-2009)