martes, 26 de diciembre de 2023

INTEGRACIÓN: MANDATO CONSTITUCIONAL

 INTEGRACIÓN: MANDATO CONSTITUCIONAL

Por: Andrés Townsend Ezcurra (*)


Los señores Boloña y Camet, ministros del régimen de facto, han anunciado, sin rebozo, que el Perú está a punto de excluirse del Acuerdo de Cartagena (o Pacto Andino), en cuya fundación contribuyó decididamente nuestro país y cuya sede se encuentra, precisamente, en Lima. La crítica coyuntura que vive el Grupo Subregional Andino (Gran) ha dado motivo para que opinen a favor de este apartamiento diversas personas ligadas al régimen, así como vocero y sectores interesados en que no se mantenga ni perfeccione la integración regional.

Esta ofensiva requiere algunos deslindes previos. La integración andina (que es parte de la latinoamericana) ha sido unánimemente reconocida como esencial para acelerar el progreso. Se ha dicho, con exactitud, que no hay desarrollo sin integración, ni integración sin desarrollo. Aceptada esta premisa, el problema es convenir los términos de la integración.

El gobierno de nuestro país tiene todo el derecho y todo el deber de buscar lo que mejor convenga a los intereses del país en materia de aranceles y otras estipulaciones. Lo que no puede es decidir un apartamiento total del Acuerdo, y menos bajo un régimen carente de Poder Legislativo.

Pareciera que, a juicio del gobierno, los problemas de la integración sólo son discutidos con el sector empresarial; elemento, sin duda, muy importante, pero no único. Estas medidas no sólo deben ser discutidas con la “cúpula” empresarial, sino también con los demás peruanos, trabajadores y productores, a quienes involucra la integración.

¿Es concebible que una divergencia de opiniones, de carácter predominantemente técnico, determine que un socio como el Perú se aparte dando un portazo? ¿Es imaginable que, al hacerlo, se prescinda de todas las motivaciones económicas que han servido de base a las discusiones de estos temas y se alegue la frívola excusa de las malas relaciones políticas entre Venezuela y el Perú?.

Por otra parte, en el curso de estos debates, se está olvidando una circunstancia fundamental: nuestra Carta Magna concede a la integración un rango excepcional y preferente. No es una opción que puede o no tomar el gobierno del Perú. Es una obligación que debe acatarse, gestionando, desde luego, los mejores términos para el país. Una revisión somera de nuestra Carta Magna revela el papel eminente que le atribuye a la integración. Comienza con el párrafo cuarto del Preámbulo, cuando los constituyentes se declaran “convencidos de la necesidad de impulsar la integración en los pueblos latinoamericano”. Aparece contenido en el artículo 22°, cuando da como una meta de la educación peruana promover la integración nacional y latinoamericana. Es significativo el artículo 92°, cuando establece que los latinoamericanos y españoles de nacimiento, domiciliados en el Perú, puedan naturalizarse sin perder su nacionalidad de origen, y se reconoce a los latinoamericanos y españoles igual derecho si adoptan la nacionalidad peruana.

Pero lo fundamental y terminante de nuestra Carta es el capítulo IV, cuyo artículo 100° trata exclusivamente de la integración y consigna su enfoque de modo concluyente: El Perú promueve la integración económica, política, social y cultural de los pueblos de América Latina, con miras a la formación de una comunidad latinoamericana de naciones. Completa esta tajante definición lo despuesto en el artículo 106°, según el cual los tratados de integración con Estados latinoamericanos prevalecen sobre los demás tratados multilaterales celebrados entre las mismas partes.

El pretendido abandono del Gran por simple decisión de uno o dos ministros no puede prevalecer contra el espíritu y la letra de la propia Constitución. ¿No es hora de que los peruanos, sin perjuicio de sostener posiciones ideológicas dentro del Gran, defiendan por todos los medios legales a su alcance la subsistencia de este primer esfuerzo de integración andina? ¿Puede suponerse que una todavía vaga “inserción en la economía mundial” anule las ventajas que una hábil negociación podría darnos dentro del Acuerdo de Cartagena, una ventaja incomparablemente mayor?.


(*). Fuente: EXPRESO, jueves 2 – julio 1992. Editorial A 19.

sábado, 18 de noviembre de 2023

A PROPÓSITO DE HERMILIO VALDIZÁN

 A propósito de Hermilio Valdizán

Por: Carlos Castillo Ríos (*)

Hace cien años nació en Huánuco don Hermilio Valdizán. Comenzó de periodista para terminar de escritor, historiador y médico-psiquiatra. Pero, sobre todas estas actividades, fue un humanista ejemplar, un maestro cabal. Murió un 25 de diciembre, en Lima, cuando todavía no había cumplido los 45 años. Discípulo de Pedro A. Labarthe, amigo de Julio C. Tello, interlocutor de José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre fue, también, maestro y colega, al mismo tiempo, de Honorio Delgado. Su presencia cubrió los primeros 29 años de cultura nacional en este siglo.

Dirigente estudiantil de San Marcos, costeó sus estudios como periodista y profesor. Hizo crónica policial diaria y, más tarde como psiquiatra intento describir los mecanismos mentales que empujaban la mano que roba y que mata. Por eso se ocupó de “La delincuencia en el Perú” (1910) y la “La infancia anormal en el Perú” (1932). Desde muy joven comenzó los trabajos que iban a constituir “El diccionario de la Medicina Peruana”. Sin embargo se le recuerda más como el primer psiquiatra del país, seguramente porque convirtió el antiguo manicomio de San Miguel en una Casa de Salud. Si don Víctor Larco Herrera dio el dinero para esta obra, don Hermilio Valdizán puso la ciencia y la humanidad.

Sobre todo esto último, tan carente en estos tiempos: la humanidad. El solía decir: “el médico deberá pensar en el compromiso que toda enfermedad representa y deberá atender a dicho compromiso con la solicitud y el afecto con que atiende al órgano y a la función enfermos”. Aconsejaba así a sus alumnos: “la labor del médico no termina con la última palabra escrita en una receta. La sociedad tiene el derecho de exigir al médico algo más que una receta. Algo más, inclusive, que una palabra de consuelo: tiene el derecho de exigirle la defensa de su salud y de su vida”. Podría parecer, todo esto, retórica pura. Pero no lo es. Hace más de 60 años don Hermilio sospechaba que sobre algunos de sus futuros colegas se iba a extender una inmensa ola mercantil y juzgó conveniente sembrar algunas ideas, a manera de vacuna.

Don Hermilio Valdizán fue, también, un científico respetuoso del saber popular y de la historia. Por eso escribió páginas maestras que tratan de la perversión sexual en los primitivos peruanos; la corteza peruana de la quina, el alcoholismo, la alienación mental y la chicha entre los antiguos peruanos; los locos de la Colonia; apuntes para la historia de la verruga y esos tres extraordinarios tomos sobre “La Medicina Popular Peruana”, que publicó en 1922 teniendo como coautor a don Angel Maldonado y que se acaba de reeditar hace poco.

Cumplidos los cien años de su nacimiento, el mundo institucional de Huánuco echó la casa por la ventana para rendir los honores que el Dr. Valdizán merece. Unidos, por primera vez, el Colegio Regional Médico, la Universidad Nacional que lleva el nombre del sabio y el Concejo Provincial, recordaron a tan ilustre maestro durante una semana de conferencias y celebraciones en las que nada faltó, salvo el calor popular. Y es natural que así fuese: es que los niños y los jóvenes de Huánuco han nacido y crecido oyendo el nombre de don Hermilio pero saben muy poco, en detalle, quién fue y que hizo en la vida. La escuela formal (primaria, secundaria y superior) no se ocupó jamás de huanuqueño tan ilustre. La escuela está en el Perú de espaldas a la realidad: trazada desde un ministerio situado en la capital, no toma en cuenta que el Perú es un país heterogéneo, plural y diverso y más bien lo asume como si Lima fuese la síntesis de departamentos iguales o por lo menos homogéneos. En sus planes y programas no hay lugar para los valores regionales. De esta manera no permite que se legitime, propague y reconozca a quienes fueron ejemplo y debían ser orgullo del departamento.

La escuela del Perú difunde mucho -tal vez demasiado- sobre Juana la Loca y el virrey Abascal, sobre Cleopatra e Isabel la Católica, pero nada dice, en el caso de Huánuco, sobre Hermilio Valdizán, Pomares y Esteban Pavletich. Apenas si menciona, a la volada, a Crespo Castillo y Leoncio Prado.

A este olvido, injusto e irracional, se agrega la labor alienante que cumple, con verdadera eficacia, la radio y la televisión. De esta manera, escolares y colegiales viven pendientes de la vida y obra de Augusto Ferrando y Julio Iglesias, pero casi nada dicen sobre quienes nacieron en provincias y consagraron su vida, su vocación y destino, a determinadas actividades que se supone forman la identidad cultural de la patria chica.

En materia educativa andamos muy mal, señor ministro. Si se ha empezado a relegar a nuestros paradigmas, le estamos quitando pasado a nuestros pueblos. Las provincias, de esta manera, están perdiendo imagen. Y el que debía ser espacio histórico esta siendo cubierto por los exponentes de la frivolidad y la sociedad de consumo gracias a la tremenda labor antieducativa de los medios electrónicos de comunicación social.

(*). Diario La República. Martes 3 de diciembre de 1985. Pág. Opinión/9

miércoles, 23 de agosto de 2023

INTELECTUALES SIN MASAS, SIN PARTIDOS

           INTELECTUALES SIN MASAS, SIN PARTIDOS

Por: Javier Barreda Jara (*)

El Perú tiene muchos intelectuales. Incluso diríamos que intelectuales para todos los gustos y lógicas. Algunos lejos y reacios al poder. Otros, saciados de sus lecturas y libros con disímil calidad ahora quieren ser lideres, sujetos con poder, forjadores de ilusiones. Los intelectuales peruanos son – aunque ellos no lo quieran – como el Perú: cambiantes, volátiles, erráticos en sus apuestas, también embargados por ciclos de pesimismos u optimismos. Pocos son consecuentes con sus ideas hasta el final. Y si lo son algunos – diría que muy pocos – son rechazados del poder; son vistos como elementos raros y hoscos. Aguafiestas que felizmente el sistema o el mundo mediático no les dan las cámaras que deberían.

La política es una doncella extraña y deseada para muchos intelectuales. Cuando nos referimos a intelectuales hablamos sobre todo de aquellos que profesan su pluma para proponer y ensayar proyectos, alternativas, soluciones, políticas y apelan a un sujeto o sujetos históricos. No nos referimos a los estudiosos e investigadores de tantas disciplinas e intereses; a quienes leen en promedio 6 a 8 horas diarias y auscultan archivos y bibliotecas incansablemente. El intelectual que nos referimos está en el límite de la política. Los investigadores lejanos de la política son muchos y se refugian o se liberan en sus estudios, archivos, hipótesis. El poder les espanta, pero muchas veces circulan por él.

En los años 80, los intelectuales en su mayoría eran de izquierda. Y el paradigma era del intelectual orgánica al proyecto político era el modelo dominante.  La Izquierda Unida tenían muchos intelectuales y un líder que según muchos no era un gran lector; pero Barrantes era el carisma que por décadas el mariateguismo no tuvo. El APRA tenía pocos intelectuales, pero  sí los suficientes cuadros para fortalecer la propuesta política. Alan García inició su liderazgo en la década de los años ochenta y era indiscutible su ubicación intelectual, sus lecturas. Carisma e ideología personalizada. Otro tiempo de hayismo.

La derecha política no tuvo en esa década un intelectual.  Mario Vargas Llosa estaba lejano de todo hasta que cometió el error de ser el vocero del mercantilismo financiero y sus políticos ya cuestionados. Hernando de Soto llegó con el “Otro Sendero”, pero siempre distante a los partidos y a pesar de su tema, distanciado de las masas. Su prestigio era internacional, pero no despertaba en los peruanos el don de predicador político que él mismo hubiese querido lograr. De Soto siempre estará en el límite del deseo de ser político, y no sólo el consultor de ellos.

En los años noventa el Fujimorismo hizo que los intelectuales rompieran filas. Se rompió la Izquierda Unida y sus intelectuales se convirtieron en un ejército de desencantos u optaron por diversos caminos.  Algunos migraron como Jorge Nieto, quien ahora escribe bien, pero lamentablemente de tan lejos. La gran mayoría se fueron a las ONGs y a la cooperación internacional, no menos a la universidad privada. Pocos fueron orgánicos a una lucha antidictatorial.  Muchos se mantuvieron callados y decidieron un perfil bajo. Pero, nunca me expliqué algunas cosas.  Los artículos sobre las computadoras y la sociedad de la información que Nelson Manrique escribiera en El Peruano de los 90. Del cuasi insurgente semanario Ayllu al diario oficial del fujimorismo. ¿Alberto Flores Galindo, su compañero de principios, hubiese escrito en este medio?.

Más político que intelectual es Henry Pease.  Muchas generaciones lo leyeron porque era obligatorio hacerlo en el curso de Realidad Nacional en la Universidad Católica. Siempre segundo de Barrantes, hasta que fue necesario. Ha tenido el carné de varios partidos (IU, IS, UPP, PP).   Sinesio López, uno de los más lúcidos intelectuales, dejó la hegemonía gramsciana por una admirable cátedra y luego una exitosa gestión en la Biblioteca Nacional.  Julio Cotler desde “Clases, Estado y Nación”, ahora reeditada por enésima vez, no ha aportado nada más interesante. Muchos trabajos publicados después por el Instituto de Estudios Peruanos han aportado más, pero lamentablemente en una sociedad poco escribal y más visual, virtual y oral (Zapata y Biondi) ha tenido poca difusión.  A Cotler, al igual que Pablo Macera podrían contársele muchas profecías incumplidas. Pero el final de Macera fue patético, el de Cotler no. El congresista del último y fugaz fujimorismo, acabo metido en el burdel que describió. 

De los intelectuales de derecha pocos supieron resistir a los encantos del mercantilismo neoliberal.  La gran mayoría se fue al Estado, al diario Expreso, a todas las nuevas entidades públicas de “última generación”.  Jalaron a sus amigos o parientes de la otrora izquierda y todo bien.  En familia con las consultorías y los informes. Había espacio para ellos, no para todos.  Nos quedamos, desafortunadamente, sin una reflexión y alternativa realmente liberal – democrática.  Mario Vargas Llosa y Alvaro se quedaron solos. Fujimori hacía las reformas económicas y luego, ya sin populismos, vendría la nueva política, el segundo piso de una institucionalidad. Habría que esperar, soportando bien.

En estos tiempos hay pocos intelectuales como se llamaban orgánicos. Pero existen algunos. Solo dos casos: Wiener y Barnechea. ¿Qué diferencian a Raúl Wiener y Alfredo Barnechea? Varias cosas además del tema de la privatización o concesión del agua.  Wiener es de izquierda, su obsesión ideológica lo lleva a los colectivos sin éxito mediático. Escribe con la ideología. Alfredo es distinto.  Sabe que habla bien, escribe desde el centro y quiere ser líder desde sus escritos. Wiener entiende el poder real, pero parece sentirse bien de crítico distante.  Barnechea quiere llegar al poder. Aunque a su forma lo ha tentado siempre. En los 80 fue diputado por el APRA y muy fallido candidato a la alcaldía de Lima. En los años 89 y 90 rodeó a Mario Vargas Llosa. En 1995 cercano a Javier Pérez de Cuellar de la UPP.  En el año 2000 se rumoreó su cercanía a Acción Popular desde su oda a Belaúnde en el Centro Cívico. En el 2001 fue al reencuentro de Alan García y de la gobernabilidad. Ahora anhela ser el   candidato de la juventud, con mucha televisión, pero sin masas y en busca de partidos que lo hagan líder de la necesaria reconstrucción nacional.

HACIA UNA SOCIOLOGIA DEL INTELECTUAL PERUANO

La precariedad de la sociedad peruana no permite intelectuales que no sean mermados en su análisis equilibrado por el poder, la empresa privada o demonios propios. Quita lucidez la hiperideología o las fobias personales (Hugo Neira ha sido vetado muchas veces por sus comentarios irreverentes). Por eso no pocos de ellos se dedican al lobby, al contacto, al vinculo especial con los políticos y los empresarios, a cerrar a los que vienen atrás. Trabajo es trabajo y la reflexión por la reflexión no vende en el capitalismo peruano.  No hay mercado para todos. Se necesita una sociología de los intelectuales peruanos de hoy.  Que nos explique: ¿por qué algunos intelectuales son tan perfectos, tan acertados, tan imbatibles en sus argumentos, lúcidos y regios como se dice ahora, y no tienen ciudadanos que los sigan y no tienen partidos?, ¿por qué intelectuales perfectos en el estilo no llegan a la gente, organizada o no?, ¿por qué fracasaron cuando hicieron o fueron parte de partidos? Mejor confiemos en la aparición de nuevos intelectuales que si encajen en este nuevo país, su política y sus masas. Que regeneren la inteligencia con mayores aciertos y sin mucha soberbia.

(*). Fuente: www.gatoencerrado.net

        Miércoles 14 de setiembre de 2005

viernes, 31 de marzo de 2023

LAS RAÍCES DEL SABIO

 Las raíces del sabio


Por: César Lévano (*)

Exploró todas las regiones del Perú para avizorar su futuro. Había nacido en Panao, en la estribación oriental de los Andes, en un área que puede ser emporio mundial de la papa (Solanum tuberosum) y en la que se reservan las mejores reservas genéticas de la papa amarilla. La ubicación de su cuna, en la región quechua, no sólo explica su inquietud peruanista, fue también el piso ecológico donde echo raíces su exploración de nuestra compleja geografía.

Javier Pulgar Vidal había sido oficialmente proclamado Amauta. La opinión publica revalidó ese título. Su muerte reciente confirmó la amplitud del consenso formado en torno a su obra.

Su contribución más sólida al conocimiento del Perú marcó una ruptura respecto a la tradición de las tres regiones clásicas: costa, sierra y montaña. Estableció que en realidad existían ocho regiones bien definidas, cuya existencia ostentaba antiguas raíces toponímicas en los diversos idiomas del Perú antiguo y presente.

Mas recientemente dejo sentado que en el país existen 96 zonas de vida natural. El geógrafo Leslie Holdridge había establecido, en libro de 1960, que son 104 las formas de vida natural del mundo, lo que quiere decir el Perú “se las sabe todas”, o casi todas.

Desde temprano mostró las señas de su inquietud. Se inspiró sin duda en las enseñanzas de Julio C. Tello, el arqueólogo peruano, y una de cuyas contribuciones intelectuales olvidadas se refiere a la reforma de la enseñanza universitaria. Pulgar Vidal se graduaría como doctor en Letras de la Universidad Católica con una tesis elocuente: Introducción Al estudio del Río Huallaga.

Su libro Geografía del Perú, cuya décima edición fue publicada por Peisa en 1996, lleva estos decidores subtítulos: Las ocho regiones naturales del Perú, La regionalización transuersal y La sabiduría ecológica tradicional.

Una de las propuestas de Pulgar fue, en efecto, la regionalización horizontal, que permitiría que cada región, excepto la de Loreto, se extienda desde la zona chala o costa hasta las alturas andinas: regiones, yunga, quechua, suni o jalca, punta y, en algunos casos, janca o cordillera.         

La idea había sido ya sugerida en los Siete Ensayos, por José Carlos Mariátegui. Se inscribe, además, en la historia ancestral y aun en la historia viva. Pero el merito de Pulgar Vidal reside en haber proporcionado a la idea un fundamento hondamente geográfico e histórico, rastreando incluso en toponimias quechuas, aimaras o de otros idiomas vivos o muertos de nuestra vasta humanidad peruana.

Hace un par de años, en una exposición sobre la cocina peruana, escuchamos al antropólogo Juan Ossio explicar que el pago que se hace a los apus en nuestra sierra contiene productos no solo andinos, sino también de la costa y de la selva. Es la vieja unidad peruana, y huella asimismo de una integración remota que Emilio Romero llamaba a atender y asentar.

Sin duda que los planteamientos de Pulgar Vidal merecen atención o debate. Una apuntación critica menor es ésta: en su libro Geografía del Perú no se presta atención al hecho fenomenal de que Panao es un prodigio papero. No sólo porque allí se produce la diminuta papa amarilla consagrada internacionalmente como papa gourmets (se logra aumentando la unidad de siembra: de resultas de eso, las papas no crecen mucho y ganan en sabor lo que pierde en tamaño). Ocurre que en Panao se siembra y cosechan papas en cualquier época del año. Muchas veces, cuando escasea la papa en Lima, se trae de Panao. Es una producción tipo acordeón: puede encogerse y estirarse a gusto del sembrador. Y del mercado.

Pese a esa omisión, en los trabajos del Amauta hay una rica exhibición de nuestra flora y de nuestra fauna. No en vano fue, por ejemplo, divulgador del maracuyá (Pasiflora adulis), un alentador de la variedad autóctona de productos que el Estado -si es que existe realmente en el Perú- debería fomentar y proteger.

 

(*). Destacado periodista de análisis. Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Nacional Mayo de San Marcos. Editor asociado de la revista Caretas.            

- Rev. Caretas 1774. Lima, Perú 29 de mayo de 2003.

- Javier Pulgar Vidal. Yachaq Yachacheq, El Sabio Que Enseña. Fondo Editorial UAP, Pgs. 186 - 190.